lunes, 20 de septiembre de 2010

III - Los baños de Retiro


El 2001 me fue sacando de a poco los trabajitos que había conseguido. Si seguía limpiando las casas, las señoras cada vez me pagaban menos. Primero vendí mi cadenita de oro, después, el anillo de la abuela. Lo vendí y la recordé todo el tiempo. La recordé contándonos cuando llegó a la Argentina y trabajaba envolviendo caramelos en una fábrica, mientras el abuelo vendía diarios en el tranvía. Y nunca sintieron vergüenza.
Yo trataba de pensar en ella cuando iba al trabajo que menos me gustaba, pero que más plata me dejaba. ¿A quién le gusta ir a limpiar los baños de Retiro?... Durante varios meses pensé, con una puntada en el corazón: qué laburo de mierda. Veía caminar la vergüenza por mi cuerpo. Con el tiempo me di cuenta que hay otras miserias del hombre que dan más asco.


1 comentario:

  1. Verguenza es robar. El trabajo dignifica. Yo admiro a los cartoneros/as, que pasan por mi calle. Siempre me dejan pensando...
    Cariños

    ResponderEliminar