miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pestañear

Hay un ángel con alas de plata sentado entre dos campanas enormes. Se sonríe. Otras personas también lo ven, como yo. Desde la vereda le gritan que se corra, que las campanadas lo pueden lastimar. Pero se sonríe. Se queda sentado en el mismo lugar.

Un hombre de piloto negro pasa escondiendo su rostro blanco debajo de dos paraguas negros. No se quiere mojar. Pero hoy casi no llueve, sólo caen algunas gotas acumuladas en las copas de los árboles. Camina enojado. Por lo bajo les dice que dejen en paz al ángel; no tiene cuerpo, nada le va a pasar. Entonces, el ángel lo chista desde muy alto. Le contesta que se queda ahí porque le gusta que lo acaricien y le hagan cosquillas.
No conforme con las caras de los más incrédulos, el ángel baja a la vereda de la plaza. Conversa con todos, les hace chistes. Aletea varias veces. Y sale ella debajo de su ala izquierda.

Algunos entrecerramos fuerte los ojos. Y no nos caen lágrimas. Caen luces de sueños rojos. Bajan por los rostros, desde allí pasan por el corazón. Glóbulos soplados. Besos enormes de bocas rojas. Bajan por el tobogán de brazos y caen en el hueco de dos manos. Les ponemos el hilo invisible de la entrega y los colgamos de un árbol.
Veo una hamaca y una soga. Una muñeca de trapo. La patineta, el soldadito de plomo, el autito de colección. La bici del primer raspón. Las piedras justas para jugar al lenti. El helado que alguien no tomó. El beso que alguien se robó.

Pestañean igual que yo. Aprietan fuerte los ojos. Y ahora el árbol se ilumina con un puñado de estrellas.
El ángel nos mira. Sonríe. Se coloca la capa reversible. Y se guarda en su galera de niño.




domingo, 20 de diciembre de 2009

Travesía VII - El vuelo


En medio de la isla
está mi volcán
ríos de sangre
fumarolas en la piel.

En el mar
el sueño
risas a borbotones
lágrimas de nubes blancas.

Me abrazo a las alas de un dragón
y me pierdo en dos lunas
amanece
dos veces.


lunes, 14 de diciembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El juego - IV














Era un bebé bucanero y la noche, un juego. Le gustaba ver la silueta desdibujada que se acercaba lenta, para taparlo con las sábanas hasta la altura del mentón. Pero sobre todo, le gustaba que le contaran leyendas de telgopor.
La luna y las estrellas movían las cortinas y eran velas de un barco pirata. Terroríficas lamparitas dibujaban islas desiertas, sables en el techo, calamares en la alfombra. Las espiaba y, de a ratos, salpicaban olas en la pared. En un pequeño susto, la cubierta se llenaba de aromas a uvas y a mar.
Los bucaneros luchaban sin cesar, y caían desde la manta azul. Se deslizaban en un pantano de bombones.
Dormían horas de vapor. Hasta que al amanecer, desde un haz de luz, los llamaba un despertador de sal.



jueves, 19 de noviembre de 2009

La llave - III




Pasaban desapercibidas en la oscuridad, hasta que la luna las iluminó. Me dejé hundir en su clara profundidad. Entre caracoles, perlas y estrellas encontré mis lentejuelas perdidas, como soles caídos en el agua.
Segura de sí, una escama de plata me abarcó. Me giró. Abrió las puertas, los sótanos, los altillos y todas las ventanas.
Y quedé desnuda.
Habitada.





sábado, 14 de noviembre de 2009

Lluvia plateada - II

La última vez que lo vi, no se despidió. Se escondió detrás de su escamoso de metal. Lo vi acercarse a la aleta izquierda, asomar su cara a un orificio pequeño y perderse en una nube de arenas de fondo de mar.
La rampa, sólida, estaba preparada enfrente de casa. El móvil la carreteó, pesado como mil escamas oxidadas. La cola tocó el piso y sacó algunas chispas. Crujió. Levantó vuelo; un vuelo muy, pero muy ruidoso. Todos sus acompañantes ayudaron para el despegue. Y a diferencia de él, antes pasaron a despedirse de nosotros, uno por uno.
Esa madrugada, durmió en el sillón que le preparamos. No se quejó; se levantó de buen humor. Se peinó con los dedos las largas cintas de algas. Se sentó en la piedra, y tomó con ganas su desayuno: una lata de agua oceánica, galletas de anémonas marinas, dulce de cartílago y jugo de tinta de calamar. Su charla era burbujeante y profunda. Nadie dejó de escucharlo. Sobre todo, cuando contó cómo los peces ponen infinitos huevos entre hojas y piedras y con sus colores forman en las profundidades un arco iris de agua.
El mozo lo escuchaba con su luna de plata sostenida en una mano, el soldador de escamas observaba todo con sus gafas levantadas. Mientras hablaba no dejaba de moverse. A su lado suspiraban chicas de cabellos rojizos, aire provocador y rosarios de coral. Se acomodaba la ropa, y de vez en cuando, dejaba caer alguna perlita, una estrella y un caracol. Yo los junté y los coloqué en el baño en un plato de cerámica azul.
Debido a los preparativos de la partida, esa mañana fue muy ruidosa y agitada. Recuerdo que se acercó y acarició mi cabeza, lento y suave. En la seda negra quedaron enganchadas algunas escamas que guardé en una cajita de nácar.
Algunas noches acomodo perlas, estrellas y caracoles. Descubro que nunca están como los dejé la última vez. Ya no le pregunto por qué no se despidió. Llueven escamas. Y no importan los por qué.









domingo, 8 de noviembre de 2009

Nubes plateadas - I









Ese no fue un día cualquiera. El viento sopló hojas amarillas y violetas. Junté unas piedritas que cayeron del cielo y me animé. Invité al escamoso a tomar un café. Quería charlar con él. Mirarlo a los ojos sin que mil ojos me miraran a mí. ¿Cómo era volar un miedo? ¿Qué sueños tendría?... Pero me dijo que "no". Entonces pensé que no tenía ganas, o que se asustó.
Qué viento tan triste movió las aguas, cuántas lentejuelas cayeron al fondo del mar.

Lo cierto es que nunca me contó qué le pasó. Aunque ya sabemos que a los escamosos no les gusta exponerse tan de cerca; no les gusta dar explicaciones. Aman echar fuego por sus bocas, mostrar su espalda plateada y decirle palabras al viento. Te envuelven con sus movimientos circulares. Se repliegan. Y desaparecen.

Dicen que esa tarde el Río de la Plata creció tanto que inundó La Boca, los lagos de Palermo, sus fuentes. Y las lágrimas llegaron muy lejos, hasta los brazos del Tigre.




martes, 3 de noviembre de 2009

Dragón





Los sueños de los dragones no son como los otros sueños, un humo que se va.
Son sueños que van tomando forma hasta que se los mira y se los ve de cuerpo entero.


Gustavo Roldán





lunes, 26 de octubre de 2009

No identificado




3 de agosto del 2004. Entrás a la sala de espera del laboratorio. La ropa te cae, floja. Como una sombra, alguien se pierde en el fondo de paredes blancas. El lugar huele a jeringa y a metal; a asepsia y a enfermedad. Hace una semana que te invadió una fiebre áspera, tóxica. Una parte de tu cuerpo está de huelga. No dormís de noche; transpirás. Te invaden pesadillas diurnas de preguntas y ropas sudadas. Perdés otro kilo. Aumentan los antitérmicos, aumentan las pastillas. Nunca tomás las pastillas. Ves cómo se llevan tus líquidos esenciales, cómo juntan tus desechos. Ves cómo corre tu sangre en un tubito. El pinchazo no duele; tu líquido rojo, enfermo, no duele. Lo que verdaderamente duele es la incertidumbre. Duelen los tiempos de espera, duelen los resultados, los bioquímicos, los nuevos estudios, los médicos, las nuevas paciencias. Y vos tenés que hacerte amiga de la fosfatasa y la transaminasa. De los días de nunca más, días de fiebre, pinchazos de fiebre. Cero positivo. Nada de nada. Nada de todo. Un virus nuevo. Sin nombre.
El alma se te cae al piso. Y se te caen los brazos y todas las lágrimas juntas. Y vos tenés que juntarlos a escondidas de los que te aman con la pala enorme del coraje.
Giran días interminables de sangre, sudor y lágrimas. El ritmo de tu sangre marca otro tiempo. El cuerpo, con la sabiduría de su memoria, guardó todas las pieles de las manos que te quieren hasta hacerte doler los huesos. El fuego ahuyenta la oscuridad. Huyen los monstruos de las cavernas, se desintegran en alientos de cenizas. Y tu cuerpo, que te dijo cuánto te ama, finalmente, te dio otra oportunidad.


domingo, 11 de octubre de 2009

Otra campana






al Amor


El encuentro los hace resonar

pasa una tropilla de caballos blancos
corren flechas
aletean manos
una bandada de pájaros golpea el corazón

vientos
relámpagos
soles

contracciones
dilataciones
parto de siglos


el cielo se desarma en mil campánulas
no resiste

al eco de las voces
al peso de los pasos
al latido de la sangre.

























domingo, 4 de octubre de 2009

Cuando jugamos



..."El proceso creativo está implícito en la naturaleza humana y, por tanto, la felicidad que significa expresarse y jugar con las fantasías se halla al alcance de todos".



Gianni Rodari










"La función creadora de la imaginación pertenece al hombre común, al científico, al técnico; es tan necesaria para los descubrimientos científicos como para el nacimiento de la obra de arte; es incluso condición necesaria de la vida cotidiana. [...] Las fábulas sirven a la matemática, como la matemática sirve a las fábulas. Sirve a la poesía, a la música, a la utopía, al compromiso político: en definitiva, al hombre en su conjunto y no sólo al fantasioso".














"Creatividad es sinónimo de pensamiento divergente,
o sea, capaz de romper continuamente los esquemas
de la experiencia.

Es creativa una mente que trabaja siempre, siempre dispuesta a hacer preguntas, a descubrir problemas donde los demás encuentran respuestas satisfactorias, que se encuentra a sus anchas en las situaciones fluídas donde otros sólo husmean peligro; capaz de juicios autónomos e independientes (incluso del padre, del profesor y de la sociedad), que rechaza lo codificado, que maneja objetos y conceptos sin dejarse inhibir por los conformismos".





jueves, 1 de octubre de 2009

Verdades

¿Cuál es tu mayor deseo?...
¿Cuál es tu miedo más grande?...




Mi mayor deseo es tirarme de un helicóptero en paracaídas.
Mi miedo más grande es tirarme de un helicóptero en paracaídas.

Gonzalo, 11 años




Mi mayor deseo es manejar una Ferrari.
Mi miedo más grande es que muera mi papá, porque mamá ya murió.

Franco, 12 años




Mi sueño es conocer Japón.
Me da miedo el ropero de noche, me parece que alguien va a aparecer por una de las puertas.

Miri, 9 años





Lo que más me gustaría es llegar a bailar en el Colón; conocer a Paloma Herrera, a Julio Bocca y a Maximiliano Guerra.
Lo que no me gusta es pensar en la muerte, no me quiero morir ni que se mueran las personas que quiero.

Eluney, 11 años

lunes, 21 de septiembre de 2009

Ciclos
















La rueda gira sin pausa
nada más natural

después de la tristeza
viene la alegría.

M. A.

sábado, 19 de septiembre de 2009

La vuelta

Baile social "Gripe A"


Caminan
no dejan de caminar

los detienen paredones
grises
lápidas de pobreza


detrás
una fiesta de guirnaldas de mentira
un tiempo elástico sostiene una sorpresa


caen
del hilo de los ministerios
palabras descoloridas
pájaros ciegos
puños cerrados
manos vacías.


Es hora del baile
bailan los funcionarios
las larvas
virus vestidos de gala
alfombras rojas para las señoras
luto a los pies de los peregrinos.


Es tiempo de juego
juegan con máscaras
se enriedan en la espuma de los medios
brillan serpentinas de desidia
lanzan el papel picado de los números
juntan billetes caídos del cielo del infierno.


Encerrados en uno de los globos
GRITAN

las panzas vacías
las madres sin leche
los perros de la calle
los amores sin amantes


en el otro globo
grita
bajito
el que viaja en colectivo
el que se quedó sin piernas
el que no sabe ir
el que no puede volver.


La verdad explota en gritos
caen al piso mil lentejuelas de corazones ausentes
se esfuman los pozos vacíos
cajitas de Pandora
que se desparraman en el aire
y se multiplican


saltan

saltan
saltan

cada uno toma una esperanza
la guarda
la alimenta
la camina

la piensa

y regresan.




sábado, 12 de septiembre de 2009

martes, 8 de septiembre de 2009

Eclipse de ciclista


a vos, tío
(25-11-07)



La vida andaba girando
rueda de soles
de relojes rodados y cadenas sueltas.


En giros de segundos
un golpe de mil cachetadas sobre el pavimento
se llevó todos los rayos del sol
y de tus ojos

quebró las agujas del reloj de tu corazón
y de los días.


El llamado de la noche arrancó tu mochila
la llenó de huesos rotos

dejó tu reloj pulsera
tus manos
tus llaves
y unas monedas.


Y nosotros
inmóviles
atravesados por una guadaña
calamos la tierra

tan sólo con nuestras lágrimas.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Todo









Cuando te amé
junté todos mis pedazos
y por primera vez
fui yo.






























El beso

Gustav Klimt
1862-1918






Jugendstil - La Secesión
Simbolismo - La obra de arte "total"




martes, 1 de septiembre de 2009

Cuando pedimos un bis



Felicidad son nueve letras de las mejores palabras
las que están escondidas entre las líneas de un poema
en los colores del cuadro
en la danza que bailaste para mí
en sus vibraciones


la felicidad no se puede guardar en una caja

viaja en tus ojos
en el río de tu sangre
en el cauce en donde anidan las lágrimas
y se llevan el lodo de tus penas
los cantos rodados
la arena


la felicidad viaja en el pétalo de ciruelo que cae
en el grano de polen
en los óvulos
en los espermatozoides
en las partículas de piel
en el tacto de la particular compañía


está escondida en el sonido del palo de agua
en la música que te flota del piso
en las mil veces que escuchaste la "Canción del pinar"
y en las infinitas veces que volverás a hacerlo


la felicidad puede estar en el desierto
dentro de un cactus
en el geranio
en los pétalos lilas que guarda en lo profundo
en el agua de reserva
en la gota de rocío
en su recorrido cuando cae


puede estar en los aromas de Calingasta
en las escaleras de Valparaíso
en los siete lagos de San Martín de los Andes
en la abeja del jardín de tu casa


cuando hay felicidad todo se vuelve un bis


felicidad es amar con todos los soles
con todas las lunas
con los vientos y las lluvias
con los grillos y las luciérnagas de las noches que giran


felicidad es guardarte nueve meses en mi vientre
y parirte
y regalarte el mundo
abrirte al mundo
amamantarte el mundo

a las tres
a las cinco
acunarte en desvelos
leerte
soñarte


felicidad son las luces de los niños
los amigos
las marcas rojas de los libros compartidos
los deseos colgados del árbol
las manos y los regalos

preparar la torta que me pediste
los tres pisos
crema
duraznos

y comerla con ganas



la felicidad es caminar a tu lado

es terminar un trabajo
aunque nos duela dejarlo
que se acaben las esperas
tener la certeza de que algo será para siempre
aunque no vuelva
aunque no se repita

y entregarse a lo incierto


felicidad es caminar por los miedos
y poder vencerlos
es pedir perdón y ser perdonado
es perdonar

y es ser agradecido


felicidad es demostrar al desconfiado
al inescrupuloso
al que lastima
al vil
que todas sus agujas no sirven para nada
que sólo detuvieron su vida
que sólo están pinchando sus propios momentos de felicidad


la felicidad no muere
no quiere morir
descansa en su inquieta felicidad

si se queda dormida
la despabilamos
la abrazamos una vez más.





sábado, 29 de agosto de 2009

Mirada de pájaros




















































¿Hacia dónde vuelan los pájaros?





Borradores, recortes de prácticas
papeles con arrugas de más de 15 años
que se resignifican con la escritura...



martes, 25 de agosto de 2009

Poesía de los pájaros


Algo cambió y sé que es para siempre. Puedo tocar el paraíso con los pies. Otra realidad atraviesa la ventana de lo posible. Pasa una bandada alocada de poetas. Miro un pájaro que dibuja una línea hermosa e imperfecta en el cielo. Gira. Sube, baja. Se va lejos, muy lejos. Y regresa.
Sigo su recorrido y veo una guirnalda de palabras que dejó. Me estremezco en su canto. Las palabras cuelgan de mil hojas sostenidas por flores de silencios. Me lastimo con el filo áspero de la corteza y me envuelvo en los bordes tiernos del beso de sus pétalos. Me atraviesan la carne, me calan el corazón. Suelto lágrimas de sangre, lloro pétalos violetas. Perforo la tierra. Con su fuego puedo licuar el acero más duro; incluso, abrir candados sin necesidad de ninguna llave. Fiesta potente de raíces, brotes de sueños que se desprenden del árbol. Gotas. Burbujas de mil mundos posibles.
Las palabras del poema caen en coma de lunas y estrellas, y se levantan en narcisos y ríen en soles. Se desbordan. Cuando llega, el desastre es inevitable. Oigo el murmullo de letras negras. Las olas acercan gritos de caracoles. Los maremotos mueven peces, sirenas y levantan tesoros profundos. Vienen de lejos, de un puñado de islas del Pacífico; cruzan Italia y no pueden parar los ríos de sangre del volcán. Nadan lagos, mares y océanos. Largas travesías hechas en Canadá que bajan en vendavales por las escaleras de Valparaíso.
Un grano de arena queda en mi ojo. Miro por la misma ventana y hay tormenta en el desierto. Tengo sed. Tengo calor. Tengo noche y me invade el frío. Me cubro con una letra mayúscula. Despierto. Floto en una alfombra multicolor. Sobrevuelo el oasis en donde caí. Acerco la lámpara de las mil y una noche de desvelos para ver mejor. Recorro la avenida más larga. El viento gira su camino. Tomo una instantánea, y en los segundos que dura el click, el momento que registré ya cambió.
Las nubes cubren las cortinas. El humo de la ciudad hace caer lluvias negras. Cae una gota. Cae otra. Miles de gotas caen y se unen y forman una barrita de tinta. La froto sobre la caja, preparo mi pintura. Las manchas se escapan de las manos, se desparraman sobre el papel. Dejan el dibujo de un pájaro. El pájaro agita sus alas. Mira un punto y sale volando. Veo que gira. Sube, baja. Se va lejos.
Las escucho llegar. Dos plumas entran. Otra hoja se abre.

viernes, 21 de agosto de 2009

Miradas de niño





Mujer llorando - 1937

Pablo Picasso




¿Qué le pasó a esa señora?
Tiene ojos peludos
y manos de piedra.

Nacho.



Es una señora que se está preparando para ir a una fiesta
cuando se miró al espejo se vio tan fea
que se puso a llorar.

Camila.




Es una mujer
con sombrero
con flor
con una mano grande
con un pañuelo grande
como un papel arrugado...
¡son lágrimas!

Está triste.

Lucía.



Voces reales
miradas de niños de 7 y 8 años.



lunes, 17 de agosto de 2009

Todos los Pablos...un Pablo



breve selección de Pablos




La mona y su cría - Cerámica, dos coches de juguete, metal y yeso.








Violín - Papiers collés y carboncillo sobre papel






Juglar de la forma - Bañista con balón, lápiz y tinta china sobre papel.
Bañista (Metamorfosis II),
bronce y yeso












Tres mujeres de pie - papel recortado y plegado





Jarrón grande - Flautista y bailarín
Barro rojo, pieza torneada,
decoración con incisiones.






Figura - Proyecto para el monumento a Apollinaire, alambre y chapa





El guitarrón - el cuadro como objeto
collage












El sueño, óleo sobre lienzo


Abrazo en la calle, pastel

















Toreros y toro a la expectativa





Algunos de los 45 estudios para el Guernica - 4 versiones de las 7, antes de llegar a la versión definitiva







Picasso con dedos de pan
fotografía de Robert Doisneau





"Yo no busco, encuentro."

"Si hay algo que robar, lo robo."



Pablo Picasso
1881/1973

viernes, 14 de agosto de 2009

Ventanas a Juanito Laguna



Guardás el corazón en una lata
los gusanos de frutas viejas te ponen alas
sobrevolás las basuras
girás sobre trompos de barro

te vas
en el hilo de felicidad de un barrilete.













"Juanito Laguna [...] es un símbolo que yo agito para sacudir la conciencia de la gente. Porque yo puedo salvar a una persona, puedo salvar a dos personas, puedo salvar a diez, pero no puedo salvar a todo el resto, y a mí me interesa que todo el resto se salve. [...] Juanito Laguna no pide limosna, reclama justicia ; en consecuencia pone a la gente ante esa disyuntiva; los cretinos compadecerán y harán beneficencia con los Juanitos Laguna; los hombres y mujeres de bien, les harán justicia".

Antonio Berni
Escritos y papeles privados

miércoles, 12 de agosto de 2009

domingo, 9 de agosto de 2009

Sentidos

El día del eclipse, él y ella
unieron ojos de luna, manos de sol, guirnaldas de pájaros, bandadas de estrellas, vuelo de dragones, mezclaron duraznos y frutillas con crema, cobertura de chocolate y relleno de dulce de leche,
vino blanco, vino tinto, agua de lago, toda la bravura del mar, de las tormentas, de los rayos, de voces de sirenas y tesoros de perlas, oscuridad de los bosques, frutos de pino, música del viento.

Los suspiros movieron cortinas de seda
orquestaron caricias
danzaron el vaivén dulce de los opuestos.

Caminaron sobre ellos todos los relieves. Subieron las escaleras de la entrega; tocaron el todo. Aroma de fresias. Magnolias abiertas. Lluvia. Olor de su lluvia.

El arco dibujado en el aire se extendió sobre el mar
nadaron las aguas tranquilas del abrazo
las ondas circulares de los besos
abandonaron los cuerpos mojados en la luna flotante.


La luna
lentamente
los bajó.


Entonces, él salió de ella. Ella, de él. Y fueron uno.


lunes, 3 de agosto de 2009

Asociados

Un hombre sentado en una sala de espera. Quiere decirle algo gracioso a la chica que está sentada a su lado. Cuando lo hace, empieza a estornudar sin parar. Saca el pañuelo del bolsillo y ve que no es el suyo: es el de su novia. Con disimulo intenta guardarlo, pero el pañuelo de flores bordadas, se despliega y se hace cada vez más grande. Luego de un rato, logra doblarlo y guardarlo a presión en su portafolio.

Toma una revista. Las páginas están en blanco. Finge leer para comentarle algo a la misma chica. La mira y ella suelta una carcajada. En medio de una risotada, ella le quita los anteojos y le dice que le gustan. Le pregunta si no se los regala: el marco rosa le fascina. Él, contesta afirmativamente.

El hombre se cruza de piernas y se baja el ruedo del pantalón: las medias turquesas no le combinan con los zapatos rojos. Se agacha para dejar la revista en la mesa baja y se le cae un aro. El aro de argolla cae en el bolso de una mujer que está enfrente de él. La señora tiene un grano con pelos. La conoce de algún lugar. Lo mira fijo, le guiña un ojo y le dice bajito: ¿me los devolvés?... También, responde que sí.

Se levanta para ir al baño. La puerta está cerrada con llave. Vuelve. Busca entre los muebles para ver si está escondida. No la encuentra y espera. Pregunta a los demás si no es raro que no haya música ni recepcionista. Pero nadie contesta. Milagrosamente, la puerta del baño se abre sola. Entra, pero no hay agua ni papel. Tampoco inodoro, ni espejo.

Vuelve a la sala. A sus espaldas escucha movimientos. Rápidamente se sienta en su silla. Mira hacia el otro costado. Tiene a un niño y a una nena sentados. Quietos. Parecen serios, concentrados; leen un libro de poemas. Cuando el chico siente sus ojos sobre él, levanta la vista y en lugar de sacarle la lengua, le sonríe.

Ahora tiene sed. Camina directo al expendedor de agua y cuando gira la manijita, se queda con aquella en la mano. Desesperado, busca cómo juntar el líquido. Mientras la señora de la verruga le presta el sombrero, los chicos le alcanzan un chupetín y con el palito tapan la salida. Solucionado el tema, cada uno vuelve a su lugar.

Pasan unos minutos. Cuando el hombre quiere levantarse de la silla, no puede. En la silla hay un chicle y no se desprende de su ropa. Tironea y se estira aún más. El chicle, que parecía una insignificante bolita, tiene fuerza y no lo quiere soltar. Escucha las risas. El niño mastica el chicle que lo tiene atrapado y sopla, sopla sin parar. Ahora lo ha convertido a él en globo. Los chicos insisten en que quieren ir a jugar a la plaza. Esta vez, también responde que sí. Entonces la nena le hace un nudito, le ata un hilo en el culo y se lo lleva flotando.

La señora de la verruga toma su bolso y su escoba y sale detrás de ellos. La chica de los anteojos corre para alcanzarlos. El médico abre la puerta y encuentra la sala vacía. Llora. Se saca el guardapolvo y lo tira por la ventana. Apaga todas las luces y se va.


lunes, 27 de julio de 2009

El color del silencio















En la hoja blanca que me eligió
en el murmullo de letras negras

leo el grito pintado de lo que no pude decir.





viernes, 24 de julio de 2009

Inútil

al sueño que me quita el sueño...


El compás ingresa al escenario
y baila su vals preferido
quiere encerrar el universo en un único círculo
y resulta que es imposible.

Con una escuadra diseño una caja
voy a guardar todo en su interior
colocarle una tapa
sellarla
ponerla bien lejos
y descansar
aunque sólo sea por un momento.
Pero los puntos de las rectas (siempre ordenados)
están en rebelión.

Traigo una goma gigante
e intento borrarte
barrerte de mi memoria
desaparecerte de mis sueños.
Y no puedo.

Pruebo con el corrector
quiero modificar lo que escribí
y lo que dibujé.
Compruebo que funciona sobre el papel
y no sobre el corazón.

Intento con la plasticola
con la tijera y el cartón
arreglo las partes rotas
las uno
y cuando termino
no puedo armar el rompecabezas mayor.


Todo es en vano.
Todo es imposible.

Nada puede con las certezas y los delirios del destino.







Joan Miró y su universo




martes, 21 de julio de 2009

Palabras condenadas como lilas en la tormenta


Nada faltaba para que aquello sucediera esa misma noche. A mí me habían mandado afuera para llevarles yerba a los muchachos, mientras las mujeres en la cocina terminaban de amasar pan. Ya era un clásico que se reunieran a cenar después de una salida a campo traviesa, en las afueras de Angaco. Siempre se reunían los mismos cuatro; salvo esa vez. Quique era el artista, el junta chatarra, él armaba los areneros y los ponía a punto con todos los chiches. Sin que nadie se lo pidiera, se ponía en padre y cada vez que me veía me agarraba fuerte del brazo y me repetía lo mismo: pibe, cuando no hay plata hay que agudizar el ingenio. También estaba Víctor, el tornero, para quien las cosas debían calzar a la perfección, como anillo al dedo; Ladislao, que preparaba los asados, y Antonio, que se escapaba unos días del trajín de Buenos Aires.

Esa noche era noche estrellada y soplaba el Zonda. Ladislao había iniciado el ritual de los leños. Vi el chivito abierto a la mitad. La tierra abierta por la sequía. Por detrás, se oía el murmullo del agua que empezaba a correr por el canal. Algo distinto flotaba en el ambiente. Miré la ronda. Alrededor del fuego vi una cara nueva que hablaba de modo extraño. Sin parar. Con voz áspera y mirada perdida anunciaba que en ciertas noches se escuchaban allí voces de máquinas, truenos de martillos, estampidos de cañones y alaridos de soldados. Daba pequeños saltitos mientras hablaba. Algunos lo miraban con indiferencia y otros se reían. Antonio me codeó en busca de complicidad, burlando a ese vagabundo que parecía no tener necesidad de pedir, sino de dar. En voz baja me dijo algo que no entendí, pero yo le contesté igual "entiendo, entiendo...no es exactamente una enfermedad, pero es una cosa rarísima". A mí me atrapaba su voz, no me daba risa como a ellos. Tal vez porque era un adolescente y me parecía que siempre caminaba por el puente de las vacilaciones. Y también sus ojos me retenían en el lugar con la fuerza de un imán. Fue de repente, como una profecía, casi en un grito, que dijo para todos:
- Hay palabras con manos; apenas escritas me buscan el corazón. Aparecen en noches como la de hoy, dibujadas en las lenguas de fuego.

Lo dijo con su voz pastosa, frotándose el pecho. Miré obligado hacia abajo. Como si quisiera aspirarme, una fuerza subterránea me chupaba desde los pies. Mis alpargatas se clavaron en los surcos de la tierra. Del susto, me senté bajo la parra. El gato paseaba ronroneando sobre mis rodillas flexionadas. Yo permanecí ahí cebando mate. Mientras, el chatarrero escribía con lápiz, en unos papeles de envolver, a la luz de la lámpara.
A la hora de ese anuncio, seguíamos todos reunidos alrededor del asador. Entonces, escuché que las ramas de los árboles crujieron con un sonido lastimero a los oídos. Las piedras del jardín eran más blancas y lisas de lo habitual y tenían la mirada vuelta hacia el cielo. El aire se volvió pesado. El viento Zonda avivó las brasas; el fuego se hizo más intenso. Fue cuando vi escrita esa palabra. En ese mismo momento, el vagabundo clavó los ojos en mí y sin dudar, me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.

Me preguntaron muchas veces sobre lo ocurrido esa noche. Lo intenté, y fue en vano. Nunca pude pronunciar esa palabra. Solamente me sucedió una vez. Fue hace trescientos años.







Alejandra Pizarnik - John Berger - Jorge L.Borges - Kazuo Ishiguro-
Haruki Murakami - Abelardo Castillo - Gianni Rodari -
Roberto Fontanarrosa