lunes, 26 de enero de 2009

Tregua



Camino Hiroshima y Nagasaki
el Holocausto y el '76
Gaza y Guantánamo.


Junto a la laguna me detienen las libélulas.
En el cautiverio de su vuelo de amor
con sus tácticas y estrategias
explican TODO

...casi nada.

jueves, 22 de enero de 2009

De trapo

Demasiado chiquita para darse cuenta de que su esencia era la fragilidad. Cada caída, cada golpe, serían una nueva costura: un brazo, la cabeza, tal vez la otra pierna.
Se desarmaba en partes, y en cada ocasión la rellenaban con algodones, parches de aire y lana. Despertaba simpatía en quienes la veían; pero sólo ella conocía en su silencio de tela, el paso del hilo y el dolor de la aguja.
Hasta que, muy cerca de los labios, recibió el aliento que sopló "fuuuuu..." Y los hilos de las costuras se transformaron en ríos de sangre, el algodón se volvió carne, y la lana, osamenta. El aire, todo el aire, se juntó en un fuerte latido. Entonces, la muñeca dejó su cama de juguete. Abrió los ojos y al mismo tiempo amanecieron todos los sentidos. Se encontró en otra silueta. Y se reconoció mujer.
Más tarde, la misma boca besó sus labios trémulos. Y no lo pudo evitar: su cuerpo fue otra vez, sueño de algodones, de aire y nubes; de mar.

sábado, 17 de enero de 2009

Analfabetos

El uso total de la palabra para todos[...]
No para que todos sean artistas,
sino para que nadie sea esclavo.
Gianni Rodari.


Me gustaría pedir perdón a las palabras por todas las veces que las utilicé mal. Por haberlas dejado en un rincón, olvidadas. Me gustaría pedirles perdón por todas las veces que las pronuncié con el tono equivocado, en el momento equivocado, con la certeza equivocada. Cuántas veces me las guardé por temor a lastimar, pero también cuántas, las callé por miedo a comprometerme, y por temor a amar de más.

Entonces, pienso en los niños que aún no fueron alfabetizados y en cuánta potencia tienen sus palabras y sus dibujos. Por qué razón es que nos descolocan: los retamos porque nos parecen crueles, pero en el fondo los admiramos porque pueden decir lo que piensan y lo que les pasa. Perturba tanta sinceridad. Tanta espontaneidad.

Y también pienso en tío grande, que fue prisionero de guerra y su diálogo cotidiano parece una sucesión de haikus. Puedo entender su lenguaje potente y de pocas palabras. Sabe de qué habla cuando dice muerte, cuando dice paz, cuando habla del hambre y del horror. Sabe lo que es el perdón. Él no fue a la facultad. Como otros tantos campesinos cuya única escuela es el campo y consiguen (sin reglas gramaticales) decir poéticamente qué sienten ante un atardecer.
Me pregunto si no es la misma escuela que nos quiere alfabetizar, la que nos hace analfabetos. A medida que crecemos y nos "educamos", nos volvemos ignorantes de nosotros mismos y de los demás. Porque preferimos callar; porque preferimos la indiferencia. Elegimos la cárcel de una vida sin voz, sin palabras, sin caricias. Somos como mil grullas de papel cautivas por el tirano móvil que nosotros mismos creamos. Aunque posiblemente las palabras voladas de nuestro "deseo", las de nuestra "pasión", nos liberen de estas sólidas rejas de la ignorancia, de la indiferencia y del egoísmo.

A las palabras parece que se las lleva el viento; pero no. Porque algunas quedan suspendidas en el aire, se juntan y caen a la tierra, y forman mares de poesía que se asoman como ríos subterráneos en la ciudad.
Por eso, yo le doy las gracias a la palabra que nos viene al encuentro solidaria, gratuita e inagotable.

viernes, 16 de enero de 2009

Estrellas de madera

Las noches son generosas. No hay dudas. Y si a alguien le quedara una, tendría que preguntarle al bosque. Porque es verdad, la última vez me regalaron un cielo de pinos, con constelaciones de nuevos universos.
El viento tocó instrumentos de madera: agitó su interior, atravesando su oquedad. Yo pude escuchar sus intermitencias. Más tarde, el dulce sonido dejó caer una piña delante de mí. Todo volvía del cielo a la tierra: la mirada, las semillas cayendo como hélice de pequeños helicópteros. En una suave lluvia, regresaban a su lugar de origen. Junté la piña y la guardé entre las manos. Qué hermosa era. Como si el fruto abierto escondiera la nobleza de la madera. Para arder luego como leña; para iluminar con sus chispas.
Es cierto, se parecía tanto a tu alma: con sus múltiples puertas, con sus intersticios, y los lugares que pude visitar en los umbrales de tus sentimientos.
Fue otra noche de obsequios. Te acaricié. Acaricié, por un instante, las tibias habitaciones de tu alma.

viernes, 2 de enero de 2009

Destejidos

La mano del gran tejedor cortó una lana de la trama de mi vida. Tiré del piolín. Mis manos pasan la mirada sobre años y años tejidos.

Coloco puntos sobre espacios nunca inventados.
Subo recuerdos perdidos
retiro tintas sin color
suelto lazadas
agrego puntos fantasía.

Se desarmaron los dibujos, se mezclaron las lanas:
ya no hay derecho ni revés
no hay patrones
no hay puntos totales.

Las lanas usadas guardan marcas que nunca se van. Pero yo las reinventé en un nuevo tejido, y me gustan más.



Es cierto: requiere trabajo de artesano vivir bien.