jueves, 11 de diciembre de 2008

Puntos de vista

Nunca antes se imaginó así, de piernas abiertas, esperando mientras el médico hablaba de fútbol. Las sala estaba tibia pero por la asepsia parecía fría. Ella se relajó y esperó tranquila a que llegaran las contracciones; él permaneció nervioso por detrás, acariciándole la cabeza y dándole la mano. De lejos, escuchó algo de instrumental que golpeaba sobre una bandeja, y pensó que no era un sonido agradable para ese momento. Animada por todos, pujó, pujó con ganas hasta que apareció de golpe su cabecita. La apoyó sobre su pecho y la abrazó emocionada. No sintió miedo, no sintió dolor. Sólo felicidad.



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Escuchaba sonidos extraños. Voces desconocidas. El lugar estaba frío y era muy raro, no como mi lugarcito de 9 meses. Yo hice fuerza, mucha fuerza para salir; la verdad es que ahí dentro estaba cómoda pero ya no tenía más espacio para moverme. La comida no me alcanzaba. Hice más fuerza; de golpe, sentí que una mano firme me tocó la cabeza, ¡qué sensación más rara! Cuando me di cuenta tenía mi cabeza en el aire. Tuve un poco de frío y enseguida nomás, sentí que me caía como por un tubo. Pero otra vez, la misma mano firme me sostuvo y me apoyó sobre una piel que yo ya conocía, estaba calentita como yo. Yo conocía ese olor: era mamá. Creo que al lado estaba papá que cortó mi cordón y me mojó con sus lágrimas. ¡Qué linda voz tenía!
Todos dicen que dije: buahhh! Pero yo sé que dije muchas cosas más...

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