miércoles, 25 de noviembre de 2009

El juego - IV














Era un bebé bucanero y la noche, un juego. Le gustaba ver la silueta desdibujada que se acercaba lenta, para taparlo con las sábanas hasta la altura del mentón. Pero sobre todo, le gustaba que le contaran leyendas de telgopor.
La luna y las estrellas movían las cortinas y eran velas de un barco pirata. Terroríficas lamparitas dibujaban islas desiertas, sables en el techo, calamares en la alfombra. Las espiaba y, de a ratos, salpicaban olas en la pared. En un pequeño susto, la cubierta se llenaba de aromas a uvas y a mar.
Los bucaneros luchaban sin cesar, y caían desde la manta azul. Se deslizaban en un pantano de bombones.
Dormían horas de vapor. Hasta que al amanecer, desde un haz de luz, los llamaba un despertador de sal.



4 comentarios:

  1. y su tesoro es la perla de tu texto

    hermoso Keiko!

    saludos,

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  2. ¡Otra de tus numerosas lentejuelas¡
    Cariños

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  3. Dulce a más no poder!

    Me encantó...

    Besos, Sil.

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  4. Gracias chicas!
    Nelais, Irene, Silvi, Nanu, Kathe y **Vane**...
    la vida está llena de lentejuelas!

    Besos,
    Keiko

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