sábado, 30 de enero de 2010

lunes, 25 de enero de 2010

domingo, 10 de enero de 2010

Redes

La ves venir. Viene una marea negra y enorme. Unas pieles flotan en el mar. Con tu vista baja - pero larga - divisás grises, marrones, azules, a la altura de un cinturón oscuro. Y en el piso contás un sin fin de pisadas lustrosas. Olor a perfume importado. Pieles de pobres animales tapan el cuerpo de mujeres ricas. Pelos batidos como nubes de montaña. Carteras caras de cuero. Flores exóticas. Te llevan de un lado a otro, como olas en la tempestad. Y vos perdiste tu barco; cada vez te alejan más y más. Tenés los ojos salpicados de sal. Empapado tu saquito nuevo, tus zapatos de charol brillan sin encandilar.
El tiempo pasa movido por la marea. Pasa y no lo podés parar. Girás arrastrada por un embudo de gente. Levantás la cabeza por entre las olas de sus trajes y su ropa fina. No ves una sola puerta, ninguna salida. Piernas y más piernas te impiden el paso, como redes tiradas en el mar. Sos un pez pequeño boqueando en aguas empetroladas.
Alguien viene. Te toma de la mano. Te pregunta si sos vos.
Tus cinco años te alcanzan para no olvidar. Desde entonces, guardás en el bolsillo de la memoria tu pincel y el lápiz para dibujar. Una ventana, un pájaro. Otra mano.

lunes, 4 de enero de 2010

Boleto para viajar




Estoy sentada en mi banquito de madera verde manzana. Viajo en un árbol. Siempre viajo. Viajo en la pluma de un pájaro, en la escama de un dragón, en un grano de sal. De vez en cuando, puedo hacerlo en los giros de un bicho bolita, en el aire que mueve la abeja, en las incontables vueltas de una cucharita.

Y a veces, te toca viajar en colectivo. En el peor horario, con toda la humedad y el calor del verano. Con muchas bolsas cargadas y la mochila pesada. En el trayecto podés mirar por la ventanilla y ver pasar toda la basura. Y es posible que te saluden los colores sucios de la ciudad. La gente está ausente; abandonada en sus problemas y en sus histerias. Y vos no recordás otros rostros porque hablás con el alma que se sentó a tu lado. Te metés en un poema. En las caras del teatro y en los dados de imágenes de otra gente. Que se asusta. Que ríe. Que ama. Buceás en dibujos hermosos. Hablás de lo que no se aprende, de lo que se trae. De la osadía y la timidez de una semilla. De la adolescencia que no queremos dejar y del crecimiento que llega igual. Del círculo de la vida y de la muerte. De las pocas formas y de los contenidos. De los vacíos de salud que se llenan con pastillas. De los sueños, de las horas. Del orden, del azar. Del hola y de la ola.

Casi sin darte cuenta tenés que bajar. Estás en Medio Oriente. Paradójicamente, estás llena de paz. Entonces recordás que no tenías monedas para viajar. Pensás cómo viajaste. Quién dejó en tu bolsillo cinco centavos. Y algo más.