domingo, 10 de enero de 2010

Redes

La ves venir. Viene una marea negra y enorme. Unas pieles flotan en el mar. Con tu vista baja - pero larga - divisás grises, marrones, azules, a la altura de un cinturón oscuro. Y en el piso contás un sin fin de pisadas lustrosas. Olor a perfume importado. Pieles de pobres animales tapan el cuerpo de mujeres ricas. Pelos batidos como nubes de montaña. Carteras caras de cuero. Flores exóticas. Te llevan de un lado a otro, como olas en la tempestad. Y vos perdiste tu barco; cada vez te alejan más y más. Tenés los ojos salpicados de sal. Empapado tu saquito nuevo, tus zapatos de charol brillan sin encandilar.
El tiempo pasa movido por la marea. Pasa y no lo podés parar. Girás arrastrada por un embudo de gente. Levantás la cabeza por entre las olas de sus trajes y su ropa fina. No ves una sola puerta, ninguna salida. Piernas y más piernas te impiden el paso, como redes tiradas en el mar. Sos un pez pequeño boqueando en aguas empetroladas.
Alguien viene. Te toma de la mano. Te pregunta si sos vos.
Tus cinco años te alcanzan para no olvidar. Desde entonces, guardás en el bolsillo de la memoria tu pincel y el lápiz para dibujar. Una ventana, un pájaro. Otra mano.

3 comentarios:

  1. Sí. Aún en medio de la locura global, uno debe construir su propia ventana para respirar y compartirla con otros (no necesariamente tiene que ser la literatura)
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Gracias Ana!
    Estarás esperando, igual que yo, el estreno de "Alicia en el país de las maravillas", por Tim Burton?... qué genio adorable!!!


    Irene, esto que escribí me vino de la infancia... así que el mundo tanto no ha cambiado! y yo tampoco!

    Sí. La literatura nos abre ventanas, pero a veces la realidad nos abre muchas más que las que podemos inventar. Y "el otro", los otros reales, son un mundo fantástico que no se puede dejar de conocer y compartir con el nuestro.

    ResponderEliminar