Estoy casi muerto, atrapado en una grieta. El camino está roto y el corazón, partido. Son días áridos de sábanas de piedras. Lágrimas duras caen del corazón como cubos del río seco de mi sangre.
Pero levanto la vista y a lo lejos vislumbro una montaña charlando con el sol. Escucho el manantial fresco que baja por las laderas. El cielo que llama a las nubes, que silba a las aves y mueve a los peces.
El manto azul cobija la manada de animales, a las parvas verdes, a los hombres, al viento. Y también a mí.
Detrás de la montaña despertará el mar. Sólo tengo que cruzar.
Siempre nos das sociego, "con el corazón en las manos"
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