Está enojada. Grita. Patalea. Ya no es una niña. Gime. Se acomoda. La herida es profunda. Se sacude en espasmos de dolor. Gira envuelta en vientos de ira. Gotea lágrimas de escombros. Y se rompe en una intensa locura.
Los barcos caminan las calles despobladas. Los hombres se marchan de madrugada sin poder despedirse. Los secuestran olas de maderas. Mareas oscuras de muebles y ropas robadas.
Las casas flotan en el día que es una caleta vacía de peces. Un sol sucio de barro anuncia largas noches de astillas en la piel.
Lloran las paredes, lloran los autos tumbados. Lloran los que no llegaron a llorar. Figuritas repetidas de un álbum negro. Un hombre grande busca su barco perdido. Llora como cuando le quitaban su juguete preferido y era sólo un niño. Las madres protegen a sus críos, los envuelven con un amor salvaje. Sus rostros son estampillas de cartas sin destino.
Sobre un escenario de papel mojado se respiran corazones temblorosos. Las carpas se inflan. Son tribus sin tiempo construyendo sus tolderías. Se calientan y se alumbran en el fuego de la solidaridad.
Cadenas de manos los sostienen. Cuelgan del frágil hilo del globo terrestre.
Vaciados de todo, desde una orilla, se aferran a la fiesta de la VIDA.
Los barcos caminan las calles despobladas. Los hombres se marchan de madrugada sin poder despedirse. Los secuestran olas de maderas. Mareas oscuras de muebles y ropas robadas.
Las casas flotan en el día que es una caleta vacía de peces. Un sol sucio de barro anuncia largas noches de astillas en la piel.
Lloran las paredes, lloran los autos tumbados. Lloran los que no llegaron a llorar. Figuritas repetidas de un álbum negro. Un hombre grande busca su barco perdido. Llora como cuando le quitaban su juguete preferido y era sólo un niño. Las madres protegen a sus críos, los envuelven con un amor salvaje. Sus rostros son estampillas de cartas sin destino.
Sobre un escenario de papel mojado se respiran corazones temblorosos. Las carpas se inflan. Son tribus sin tiempo construyendo sus tolderías. Se calientan y se alumbran en el fuego de la solidaridad.
Cadenas de manos los sostienen. Cuelgan del frágil hilo del globo terrestre.
Vaciados de todo, desde una orilla, se aferran a la fiesta de la VIDA.
me parecio de una poesía contundente, plagado de imagenes creativas.
ResponderEliminarRevisaría el título.
Keiko,un placer visitar tu espacio. Este texto me gustó especialmente en su despliegue de imágenes que se unen para pintar un cuadro desolador pero lleno de esperanza.
ResponderEliminarUn beso,compañera.
Gracias Diana!
ResponderEliminarJorge, tendría que revisar el título y el texto porque no lo corregí en el taller.
Pero no sé si lo voy a hacer ahora, sobre todo es la expresión de mi sentimiento.
Lo que sentí y pensé sobre Chile y su gente, eso es lo que escribí.
Keiko: Llegan tus letras a hacer vibrar dentro de uno mismo cada sentir que describis.
ResponderEliminarY es imposible no identificarse.
Creo que más allá de eso, este texto tiene algo más; una magia que de explicarla, tal vez la anularía. Así que... GRACIAS!
Besos!