jueves, 26 de marzo de 2009

La línea del viento


Llega apurado a su casa y cierra la puerta con tres candados. Deja las dos zapatillas juntas al costado del sillón. Va a la cocina y llena la pavita con agua para prepararse un café. Acomoda las cajas de Cds., coloca un libro en el estante de siempre. Todo está en orden, todo meticulosamente construído. Su vida es feliz.
Y entonces, una noche, llega y no encuentra las llaves de los candados . No se preocupa. Se saca las zapatillas y las deja tiradas en cualquier lugar. Gira la mariposa de la canilla y el agua no corre. Y no se preocupa. Asoma su cara por la ventana. Lo baña un viento dorado. Lo envuelve un tornado en ráfagas generosas de luz.
Una hoja amarilla besa sus ojos. Una flor que se lleva las protestas y las dudas de su boca y le regala otro beso. Los libros caen de los estantes; los Cds. rompen sus filas, y entre el estallido de plástico de las cajas aparece la canción que había perdido.
Prende el equipo de música. Va contento a la cocina. Prepara dos cafés.

4 comentarios:

  1. ¡Qué bueno es cambiar nuestro orden por el "desorden" de dos!
    Como nos tenés acostumbrados, querida Keiko, dulce y bello.

    Besos, Sil.

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  2. qué buena descripción de cómo el amor nos transforma, puede hasta llegar a modificar nuestras obsesiones...al menos por un tiempo (ahí me puse un poco negativa). Lo importante: es hermoso lo que escribiste.

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  3. ¡Gracias Janice!
    A todos nos toca el amor en algún momento, vivimos transformándonos continuamente...
    y también somos "medio obse", casi siempre...

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  4. me pareció absolutamente una hermura lo que acabo de leer... bellísimo!

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