sábado, 13 de noviembre de 2010

Último rescate

a SZB
a LFN
poemas visuales

Los árboles no pueden con su genio y cada tanto levantan las veredas en señal de protesta. Los comerciantes olvidaron que los árboles tienen bocas y tienen sed. Los mutilaron, y sólo les dejaron algunos muñones. Así perdieron las hojas; así perdieron los pájaros. Y se llenaron de miedo. Y ataron a su alma montones de tachos de basura con candado.

Los pies dan golpecitos a su cabeza. Sobre una pared sucia alguien se anima a gritar te amo. Y otro anónimo pinta con tres letras un cuadro. Quiere cruzar la calle. La detiene un torso de caballo fileteado en la caja de una camioneta blanca que pasa. Pasa un perro que se mueve más seguro y más lúcido que su dueño. Qué afortunados. Cruza dos embarazadas con remeras a rayas: dos panzas bellamente cautivas. Un cartel enorme de "Compro oro" de pie, le chamuya algo. Vidrieras. Repetición. Liquidación. Consumo. Y por testigo: un tacho.

Baja las escaleras y una mosca la saluda. El click del control de pasajes la distrae y contrasta con la pasividad del que lo hace. No escucha ningún hola, ningún buen día; pero el gato turquesa que está pintado en la pared mueve su bigote y le dice ¡miau! Entre las ranuras de la plataforma están guardadas una bola de pelos, tres colillas y un boleto. Una sombrilla de flores fucsias protege a un soñador que se apoya en el palo borracho. Los horneros arman sus casas cerca de los cables de alta tensión. Dos muletas sostienen a un hombre que camina; una melodía desconocida sostiene a un adolescente; un brazo de padre sostiene a su niña que sostiene a quién.

Se abren las puertas y sube a otro tacho gris. Sus pies se pierden entre un montón de piernas. Sobre el piso, está apoyada una canasta de lisianthus, crisantemos y nardos. Los portaequipajes son trepadoras de jardín. Las argollas se balancean como juegos infantiles. Pero todos viajan serios; nadie ríe. El fuelle de los vagones no toca ninguna canción. Sólo unos lunares negros, aros negros, un tatuaje del gato Silvestre en el brazo de una mujer. Un tajo asoma sobre la piel de un asiento. Escucha su reclamo: cirugía estética, urgente.

Sale de la lata y unos pechos enormes cuelgan sostenidos por dos broches. Bocas carnosas sueltan besos de plástico. El piso es papel; la guía Filcar, la Billiken, Oliverio Twist. Un caballo pasa arrastrando un carro y deja una bosta gigante en el medio de la calle. Más allá, el sonido de un camión que levanta un volquete. Bocinas. La abuela cruza sin mirar y despierta al distraído. Relojes. Pasos de horas que caminan. Bocinas. Semáforos alterados. Bocinas. Relojes. Algunos están detenidos a las diez y diez.

Un adoquín. Un charco de agua y tres caras reflejadas. Una pluma gris de paloma pegada a otro adoquín. Es verano, y el viento hace pasar una hoja seca por entre las piernas. Unos pies desnudos se apoyan en el vidrio de un auto estacionado. Una vidriera distinta, inesperadamente, regala la cara de Julio Cortázar en una remera blanca. Y no se liquida. Entre medio de las piedras dos sauces lloran. El colibrí no visita las flores rosas, abiertas como plumero de una planta mimosa. Un atril. Cinco sombrillas rojas. Un pizarrón y una nota. Y un cuadro a medio terminar.

Olor a grasa. Grasa recalentada. Pis, ácido de sudor. Enfrente del McDonald´s, conviven una llama blanca disfrazada con lanas de colores y dos perros de mirada perdida; sus dos lenguas afuera. Los mira, los observa, y le pega un adoquín. Se repiten como fotocopias los chicos que viajan en el piso.

Vuelve a su casa. Quiere llegar pronto, tiene náuseas. Se pega una ducha. Se saca el olor del desamparo y el dolor de la basura. Se arranca las piedras grises del cuerpo y los adoquines que le pesan en los pies. Prende los colores, enciende el sol y viaja el viento. En una pluma de dos lágrimas se escapa por la ventana. Flota y se posa sobre una rama desnuda. El árbol recuerda su esencia de árbol. Brota una yema. Y otra más. Se llena de hojas; se llena de pájaros. Y su canto abre, uno a uno, todos los candados.

4 comentarios:

  1. ¡Un poema a la vida! Me gusto.
    Encantador final.
    Saludos
    Bea

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  2. Bea! Te extraño!...
    El final es un rescate! Recuerda su esencia...
    se llena de hojas; se llena de pájaros
    y... abre todos los candados.

    ¿Cuándo es la presentación de tu libro?...

    Besos,
    Keiko

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  3. Keiko: el final tiene que ver con los candados, la apertura y el devenir ¿no? Es lo que me gusto.
    Lo de la presentacion me van a confirmar, parece que va a ser en abril y por ahi engancho con la feria del libro.
    No es mi libro, es una antologia.
    Besos. Bea

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  4. hermosooo!
    amo los árboles, amo su energía, y este tipo de poemas la reflejan totalmente.
    Felicitaciones!

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