sábado, 13 de agosto de 2011

La luna en un tazón de laca




Miguel Rep




Asociados:


* El elogio de la sombra, Junichiro Tanizaki
* Teatro negro de Praga
* Escher

jueves, 4 de agosto de 2011

¡Me arruinaste el dibujo!

Luis Felipe Noé - Eduardo Stupía
 
 
Dos artistas juegan una batalla amable a través de diálogos pictóricos sobre papel.






 Intrusos




 Escritura consentida y De dónde el don




Contrapunto y contradicción.


Cómo poner en duda todo el tiempo la propia mirada.




Asociados:

* El arte de la guerra, Sebastián Barrasa
* La fantasía y el juego según Gianni Rodari

 

lunes, 1 de agosto de 2011

La leyenda del hueco del diablo

Cuentan que el diablo estaba harto de navegar encerrado en una botella. Pero esperaba que se le diera la buena, porque sabía que siempre que llovió, escampó. 
Y así fue. Un día la botella se hizo pedazos en una roca y el diablo salió como loco haciendo tumba cabezas. Enseguida se puso a buscar un buen lugar para vivir. Era pretencioso y haragán, quería verlo todo desde arriba y que lo transportaran y lo cuidaran.
Cuando vio pasar a la hermosa muchacha, no dudó más. Se le prendió como un abrojo en el pelo. Imposible de desenredar. Se acomodó muy contento sobre la espalda y así andaba, de patas cruzadas.
Criticaba todo lo que veía, decía groserías a los demás y se tiraba pedos con el mayor desparpajo.
La muchacha vivía llena de rabia y de vergüenza, sin poder sacárselo de encima. Trató de ocultarlo, de esconderse, de parar el planeta, pero todo fue inútil.
El diablo le comía la comida, le enturbiaba el agua y se le metía en los sueños.
Entonces la muchacha decidió hacer huelga de soledad. Se recluyó durante mucho tiempo dispuesta a no comer ni hacer nada de nada.
El diablo se las vio feas porque si había algo insoportable para él era el hambre. Tuvo tanta hambre que le crujía el estómago y, berreando lastimeramente, se lo contó a la muchacha.
Le contó que tenía un hueco en el estómago. Un hueco que le dolía mucho.

-Ay Ay Ay -dijo ella-. Veremos qué se puede hacer. 
Y se puso a pensar durante un rato largo.

-Hay que vomitar -dijo por fin-. Vomitá, vamos.

El diablo se puso los dedos en la garganta con temor. Entre arcadas, vomitó sobre la tierra. Ella miró con gesto de asco y vio que había vomitado el hueco. Era un círculo hondo, muy hondo, la boca de una bolsa sin final. La pura oscuridad.
Miró al diablo. Estaba pálido, pero daba ínfimas señales de reponerse con celeridad de diablo.
Ella pensó que no había tiempo que perder. Venciendo el miedo se asomó al hueco y miró muy interesada.

-Así debe ser estar ciego- se dijo aturdida por lo oscuro. 
El aturdimiento le dio la idea. Miró al diablo de reojos.

-Oh -gritó, fingiendo sorpresa.
-¿Qué? -preguntó el diablo, inquieto.
- Hay... se ve...

Su voz temblaba y sintió que la tensión la hacía balancearse en el borde. Pero valía la pena el riesgo.

-Nunca me imaginé -siguió diciendo mientras se inclinaba hacia el hueco-. Nunca, nunca me imaginé que vería esto.
-¿Qué? -dijo el diablo inquieto-. ¿Qué ves en mi hueco?- Y se precipitó hacia el borde como queriendo proteger todo lo que allí existía.

Entonces ella se plantó sobre la tierra y con las palmas de las manos ensanchadas para que no le fallaran, dio un golpe firme sobre el diablo y lo perdió para siempre.

El llanto le surgió a borbotones y sin permiso, salpicó al hueco. Y la tierra volvió a quedar áspera y tersa como de costumbre.



Laura Devetach
"Demonios y mariposas"


Asociados:

* The imaginarium Parnassus
* Kamishibai (teatro callejero)
* Hay que adivinarle la edad al diablo, Javier Villafañe

lunes, 4 de abril de 2011

La mirada y la voz del artista


"Ayer por la tarde, Guernica, la ciudad más antigua de las provincias vascas, fue totalmente destruida por un ataque aéreo de los rebeldes. El bombardeo de la ciudad, situada lejos del frente y sin defensa aérea, duró exactamente tres cuarto de hora. Durante este tiempo una numerosa escuadra de aviones de origen alemán - bombarderos Junkers y Heinkel así como cazas Heinkel- arrojó ininterrumpidamente bombas de hasta 500 kilos. Al mismo tiempo los cazas, volando a baja altura, ametrallaron a los habitantes que salían huyendo hacia las afueras de la ciudad. En pocos momentos toda Guernica quedó envuelta en llamas.  

   Periódico "Times", 27 de abril de 1937



 Guernica - 1937


"Gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de pájaros, gritos de flores, gritos de árboles y de piedras, gritos de ladrillos, de muebles, de camas, de sillas, de cortinas, de cazuelas, de gatos y de papeles, gritos de olores que se arañan, gritos de humo, de los gritos que cuecen en el caldero y de la lluvia de pájaros que inunda el mar que roe el hueso y se rompe los dientes mordiendo el algodón".

Pablo Picasso



Asociados:

* Desaparecidos, Ricardo Carpani
* La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix
* La persistencia de la memoria, Salvador Dalí
* El imperio de las luces 2, René Magritte


    "La mirada es un instrumento del conocimiento; 
hay que obligarla a pensar de un modo distinto al habitual"




sábado, 2 de abril de 2011

ERAmos EN ABRIL

"Sabés hermano lo triste que estoy...
se ha muerto mi niño
mi niño, mi niño
mi niño, hermano". 



abril huele a gritos de flores muertas
a tierra calada con lágrimas
a golpes lentos

paladas de ausencias
cubren la fosa de balas negras

en abril retumban las preguntas del qué hacemos ahora
el yo no fui de los benjamines

las faltas
las sobras
el sobre inglés

abril es junio
y huele a silbatos en  las canchas
a bocinas
a bombas


abril es el sol dado vuelta
los soles caídos en el agua
las chispas
las chapas
el humo quemando las mañanas
el andar como murciélagos
la fría vigilia de las madrigueras

abril es tierra del infierno
es barro sin chocolates
arpillera sin diamantes
helado con astillas
con toques de púas
con cruces altas

y bajas


abril es el zumbido de la espera
la antesala final de la protesta
el nunca más

abril será un mayo
la revolución caminando el corazón

en círculo
de  pañuelos blancos


miércoles, 23 de marzo de 2011

Calle de la Memoria, nº 35



La casa está abierta. La puerta del presente, sin llave. El largo pasillo del pasado está abierto a la memoria, de par en par.



En el eco subterráneo rebota el tipeo de una letra luminosa. La tecla de un piano danza al pincel que moja un papel blanco con aroma a exilio. Las gotas rojas caen al ritmo de las pulsaciones, y juntas, dibujan el mapa de la libertad.

Más arriba, el silencio de las alas de una Paloma, es un estruendo en el corazón de un padre que parte. Sentado en una silla viaja el director. Entre los brazos lleva a sus hijos ausentes, como la agonía de un bandoneón. El dolor desbordado se abre en canales de cavernas y laberintos de espinas de árboles secos y de peces muertos. Le prenden fuego a las aguas. El viento las evapora, pero siempre vuelven. Y habrá lágrimas hasta el fin de sus días.

Al borde de una orilla acechan las pirañas y los cocodrilos con sus intermitencias de cortes, electricidad y veneno. Hacia el fondo de la gruta corren los dinosaurios carnívoros y van llenando de comida y muebles sus casas, mientras escupen dientes de oro y dientes de leche.

La escuela es la isla blanca del barrio. Los alumnos de un tercer año se protegen debajo de los bancos y trenzan cadenitas de mostacillas con hilos de inocencia y osadía. Juegan en pases de mano en mano el libro, la película, la contraseña del artista.

A la vuelta, los colectivos llenos se vacían en cualquier esquina. Las manos sucias barajan documentos y agendas. Cada noche, un nuevo hogar pone un plato menos para la cena.
Jóvenes y menos jóvenes tienen la nube de la angustia instalada en los ojos. Sus amores se desdibujan en un pozo o en un horizonte de frío, y son sólo un punto verde militar.
Las iglesias juegan a las escondidas y empujan por un precipicio a los curas que se animan a gritar "pica". Pican las pieles de ronchas verdes y moradas.

Las madres limpian. Cocinan. Barren las miserias. Inventan curitas y canciones de cuna. Buscan. Hablan. Trabajan. Protestan. Caminan. Trabajan. Caminan. Caminan. Cuelgan pañales, lunas y bombachas. Encuentran princesas, desaparecidos y dragones. Hacen el amor aunque el mundo quiera hacer la guerra. Dan la leche de sus pechos a los pimpollos de los narcisos. Riegan las hojas de la vida, los nomeolvides, las fresias y los jazmines.

Cada aparente olvido será la lengua que hable el cuadro que se calló; el arco iris de la música que se tapó con un manto negro; la mano que vuele las hojas del libro que alguien soldó con candado.

Será un manifiesto de amor y de vida.


Cada olvido momentáneo encuentra la llave para abrir la memoria.