lunes, 27 de julio de 2009

El color del silencio















En la hoja blanca que me eligió
en el murmullo de letras negras

leo el grito pintado de lo que no pude decir.





viernes, 24 de julio de 2009

Inútil

al sueño que me quita el sueño...


El compás ingresa al escenario
y baila su vals preferido
quiere encerrar el universo en un único círculo
y resulta que es imposible.

Con una escuadra diseño una caja
voy a guardar todo en su interior
colocarle una tapa
sellarla
ponerla bien lejos
y descansar
aunque sólo sea por un momento.
Pero los puntos de las rectas (siempre ordenados)
están en rebelión.

Traigo una goma gigante
e intento borrarte
barrerte de mi memoria
desaparecerte de mis sueños.
Y no puedo.

Pruebo con el corrector
quiero modificar lo que escribí
y lo que dibujé.
Compruebo que funciona sobre el papel
y no sobre el corazón.

Intento con la plasticola
con la tijera y el cartón
arreglo las partes rotas
las uno
y cuando termino
no puedo armar el rompecabezas mayor.


Todo es en vano.
Todo es imposible.

Nada puede con las certezas y los delirios del destino.







Joan Miró y su universo




martes, 21 de julio de 2009

Palabras condenadas como lilas en la tormenta


Nada faltaba para que aquello sucediera esa misma noche. A mí me habían mandado afuera para llevarles yerba a los muchachos, mientras las mujeres en la cocina terminaban de amasar pan. Ya era un clásico que se reunieran a cenar después de una salida a campo traviesa, en las afueras de Angaco. Siempre se reunían los mismos cuatro; salvo esa vez. Quique era el artista, el junta chatarra, él armaba los areneros y los ponía a punto con todos los chiches. Sin que nadie se lo pidiera, se ponía en padre y cada vez que me veía me agarraba fuerte del brazo y me repetía lo mismo: pibe, cuando no hay plata hay que agudizar el ingenio. También estaba Víctor, el tornero, para quien las cosas debían calzar a la perfección, como anillo al dedo; Ladislao, que preparaba los asados, y Antonio, que se escapaba unos días del trajín de Buenos Aires.

Esa noche era noche estrellada y soplaba el Zonda. Ladislao había iniciado el ritual de los leños. Vi el chivito abierto a la mitad. La tierra abierta por la sequía. Por detrás, se oía el murmullo del agua que empezaba a correr por el canal. Algo distinto flotaba en el ambiente. Miré la ronda. Alrededor del fuego vi una cara nueva que hablaba de modo extraño. Sin parar. Con voz áspera y mirada perdida anunciaba que en ciertas noches se escuchaban allí voces de máquinas, truenos de martillos, estampidos de cañones y alaridos de soldados. Daba pequeños saltitos mientras hablaba. Algunos lo miraban con indiferencia y otros se reían. Antonio me codeó en busca de complicidad, burlando a ese vagabundo que parecía no tener necesidad de pedir, sino de dar. En voz baja me dijo algo que no entendí, pero yo le contesté igual "entiendo, entiendo...no es exactamente una enfermedad, pero es una cosa rarísima". A mí me atrapaba su voz, no me daba risa como a ellos. Tal vez porque era un adolescente y me parecía que siempre caminaba por el puente de las vacilaciones. Y también sus ojos me retenían en el lugar con la fuerza de un imán. Fue de repente, como una profecía, casi en un grito, que dijo para todos:
- Hay palabras con manos; apenas escritas me buscan el corazón. Aparecen en noches como la de hoy, dibujadas en las lenguas de fuego.

Lo dijo con su voz pastosa, frotándose el pecho. Miré obligado hacia abajo. Como si quisiera aspirarme, una fuerza subterránea me chupaba desde los pies. Mis alpargatas se clavaron en los surcos de la tierra. Del susto, me senté bajo la parra. El gato paseaba ronroneando sobre mis rodillas flexionadas. Yo permanecí ahí cebando mate. Mientras, el chatarrero escribía con lápiz, en unos papeles de envolver, a la luz de la lámpara.
A la hora de ese anuncio, seguíamos todos reunidos alrededor del asador. Entonces, escuché que las ramas de los árboles crujieron con un sonido lastimero a los oídos. Las piedras del jardín eran más blancas y lisas de lo habitual y tenían la mirada vuelta hacia el cielo. El aire se volvió pesado. El viento Zonda avivó las brasas; el fuego se hizo más intenso. Fue cuando vi escrita esa palabra. En ese mismo momento, el vagabundo clavó los ojos en mí y sin dudar, me dijo:
-Mírela bien. Ya no la verá nunca más.

Me preguntaron muchas veces sobre lo ocurrido esa noche. Lo intenté, y fue en vano. Nunca pude pronunciar esa palabra. Solamente me sucedió una vez. Fue hace trescientos años.







Alejandra Pizarnik - John Berger - Jorge L.Borges - Kazuo Ishiguro-
Haruki Murakami - Abelardo Castillo - Gianni Rodari -
Roberto Fontanarrosa



sábado, 18 de julio de 2009

Sí y No




Entre todos los No y los
gira la vida
y la poesía.


















miércoles, 15 de julio de 2009

El círculo del "No me gusta"

O

No me gusta la bronca
me da bronca la queja
de todo lo que no me gusta


I

No me gusta...
el pan que no cruje
el grano de pimienta del salamín en mi boca
el tostado que nunca llega
o el que llega quemado
la gaseosa sin gas
los cumpleaños sin globos


que el último fósforo de la caja no encienda
que la última pincelada arruine mi trabajo
que no encuentre el borrador que me gustaba tanto



No me gustan...
los días sin luz
las miradas sin color
el olor a ventanas con rejas y a puertas con candado
las bicicletas atadas a los postes
los pájaros caídos



No me gustan...
las palabras que no canto
los nudos en las lanas
el silencio del cobarde
los ojos que sólo lloran sus lágrimas
los miedos sin padre



No me gusta...
salir del texto
y no poder entrar descalza
perder el color del poema
perder el sueño
pisar la baldosa floja del olvido



No me gusta...
la lluvia ácida que nos seca
el ácido de las palabras
la piel lastimada
los huesos carcomidos
el veneno de las relaciones contaminadas




II

No me gusta...
el jardinero que no cuida sus semillas
la tierra seca
los bosques talados
las hormigas llevándose mi planta preferida
las flores marchitas de los cementerios
el requiem de sus voces



No me gustan...
las migas en la sábana
el corazón como un puño cerrado
la piedrita en el zapato
las huellas en la arena del reloj
los hombres sin abrazos
los niños sin pan y sin cama

que revises tantas veces tu bolso de viaje
que pierdas el último barco de papel.

miércoles, 8 de julio de 2009

lunes, 6 de julio de 2009

Subida por dentro



"Ciuda Lagui" - Xul Solar




Los dibujos de nuestras lágrimas pintan la ciudad
tres tulipanes naranjas llaman al sol
el viento se lleva el humo
el cielo baja al mar
la tierra bebe su lluvia
nos tapiza de todos los verdes.

Los que despiertan felices
suben a las terrazas
suben mil escaleras
suben mis escaleras
suben
se les derriten las palmas con el sol.

Una varita de mago baja del cielo
y enciende una estrella
salen a caminar
sin destino
tocan sus corazones
tocan mi corazón
se tocan
revisan los bolsillos:
chupetines de aire
escaleras desplegables
caramelos de sol
abrazos de viento
besos de lluvia
fósforos de pasión.

jueves, 2 de julio de 2009

Tiempo global




Tres lágrimas

Y mi corazón se nubló.