domingo, 31 de mayo de 2009

Jugadas

Hojas de tules de infancia
guirnaldas verdes en el cielo
chupetines de aire para los pulmones
municiones para una sopa de juguete.


Hojas de telón para la luna
abanicos del viento
sábanas de las ramas
abrazaderas de pimpollos.
Piletones de mil gotas de rocío
cuenco de lágrimas rojas
alero para un pulgón.

Desfile de variedades
hojas desvestidas
mapa de nervaduras
pulso de la vida.

Puentes
bancos
manos
calles de miedo
huídas inocentes
autopistas
una fila enorme de hormigas.

Soles caídos en el suelo de otoño
sellos sierra
sellos lóbulo
sellos de estampas de herbarios adorados
sobres de fantasía
cartas.

Espadas y corazones sobre la tierra
barajados en cada semilla
tierra
humus
muertos.
Láminas de paraíso
para los caracoles
banquete terrenal
esencia de mil grullas.





jueves, 28 de mayo de 2009

Indelebles

Tomó aquella imagen y un pincel, y se abrió el pecho. Vio cómo su corazón caía al piso y se escapaba en una larga travesía. Avanzó dando tumbos. Dejó huellas de tinta roja. Las siguió. Hasta Avenida Rivadavia, y luego se perdió en la ciudad. El corazón dio muchas vueltas; anduvo por callejones sin salida. Cruzó puentes y mares. Llegó hasta Arles. Allí bebió el sol hasta quedarse seco. Y la sangre de las estrellas le devolvió su pulso.
Emprendió el viaje de vuelta. Lo envolvieron en papel de seda y lo mandaron por encomienda. Tan lleno estaba de nubes, girasoles, notas, vientos y estrellas, que fue muy difícil colocarlo otra vez en el mismo lugar. Un girasol se le había quedado atravesado en la garganta. Miró su pecho: una hermosa sutura se dibujaba sobre la piel.
Pero tanto había crecido su corazón, que casi no podía ver sus piernas, ni los pies. Entonces, se sentó. Tomó una lapicera. Se puso a escribir. Otra gota roja se desparramó en el papel.

viernes, 22 de mayo de 2009

Noche estrellada




Sueña
con el corazón abierto.
Amanecen soles nocturnos.






La noche estrellada - Vincent Van Gogh


"Yo confieso no saber por qué será, pero siempre
la vista de las estrellas me hace soñar".
V.Van Gogh




miércoles, 20 de mayo de 2009

Girasol



Girasol.

Palabra música
palabra pincel.
Corazón abierto de Van Gogh
en una noche estrellada.





Fragmento de "Girasoles" - Vincent Van Gogh



Comienza a pintar la serie de Girasoles de Arles para decorar la casa taller ante la llegada de su amigo Paul Gauguin. Junto a él piensa su proyecto de una comunidad cooperativa de artistas.


A su hermano Theo le dice:
"Para alcanzar ese elevado tono de amarillo a que he llegado este verano,
me he
tenido que partir el pecho
".





sábado, 16 de mayo de 2009

Paraíso


al amigo que camina a mi lado,
al maestro que puede ver las muchas Keikos que aún no soy.


Estás sentado en el banco del otro día y te mirás los pies. Unas frutas malditas se pegaron a la suela de tus zapatos. Los raspás sobre las baldosas amarillas y maldecís al cielo que las tiró. Te responde. Entonces, el poste de luz de la vereda de enfrente saca unas chispas; te tira unos cables y entrás a la carpa de un circo. Los pájaros hacen piruetas y caen en la cama elástica del cielo. Pasa un chico en bicicleta -equilibrista de estrellas- y te deja en la próxima esquina azul. Caminás un pentagrama como una paloma solitaria que espera en clave de sol. Qué alguien pinte las notas vacías. Juntás dos botellas tiradas en el piso y dirigís una orquesta de hojas verdes.
Dos caños de desagüe te observan como largavistas subterráneos, y miran curiosos a los hombres de una ciudad flotante. Un plumero de diente de león te acaricia y no te lastima. Dulce de campánulas rosas rebalsan de un pote de hojas secas. Un molino sin aspas gira el mundo, y frágiles cortaderas de jardín mueven el aire de tu ciudad. Flotás. En los últimos metros una bolsa lila anudada, una tapita roja y un guante sobre el césped, dan señales de una travesía que no tiene fin. Te sentás. Apoyás las manos sobre las piernas. Bajás la vista y pensás: paraísos en mis pies.


jueves, 14 de mayo de 2009

Otra mirada

Para José, para Vane

Encuentro 9/05



Flotabas en una silla roja.
Una nube del color de tus cabellos
te llevaba en un sueño.
Quise despertarte:
ella estaba a tu lado,
y no te habías dado cuenta.




lunes, 11 de mayo de 2009

Sueños en Kyoto









A través de la niebla de los bosques de Kyoto, el Príncipe blanco encontró su Bella Durmiente. Llevaba puesto un kimono espléndido, con grullas bordadas, ramas de pino y dos lunas plateadas. Un obi -más bello aún- le ajustaba por sobre la cintura y también las telas y entretelas que cubrían su piel por debajo del kimono. Tantas telas eran, que el Príncipe casi cae en la desesperación. No iba preparado. No llevaba katana, sino una flor. La flor se desarmó en mil pétalos. Pronto hubo vuelo de mariposas. Cada una desató un nudo de su vestimenta y un nudo de su corazón.
Todo lo que sucedió después, fue tan hermoso... que ni ellos, ni nadie, se atrevió a contarlo.








"...La pasión no conoce el lenguaje de la razón, ni sus argumentos" - S.M.

viernes, 8 de mayo de 2009

Las mil y una Violetas de un Príncipe real

El Príncipe bajó del árbol más alto del bosque. No bajó de ningún caballo, porque caballo no tenía. Tampoco tenía capa, ni botas negras, ni castillo. Su Reino, era él. Él, con su mochila gastada, con sus jeans y su ventana imaginaria. No besó a la Princesa, pero a cambio le regaló un poema, una lágrima roja, una cajita de bombones y ...
Por supuesto que ella despertó de todas maneras. Lo quería de todas las maneras. El problema lo tuvo él cuando le regaló una flor violeta. La Princesa desmayó de amor. Y permaneció en su sueño para siempre.




"Has respondido con la vida entera.
Uno siempre responde con su vida entera

a las preguntas más importantes". S.M.




sábado, 2 de mayo de 2009

A corazón traviesa

Para el abuelo Mario
que hoy se fue, con su auto fantástico...


Es la hora de los grillos y del baile de las luciérnagas. La guitarra trae al Nono y a sus cuerdas. Trae juegos de autos fantásticos, carreras de escarabajos, pistas de hojas desvestidas. Sube el Saturnino negro vestido de blanco con cinco chicos saltando en el asiento de atrás. Semillas lanzadas en una esquina tiran de un hilo y arrastran un zapallo gigante. Duelen picaduras de cardones; arden besos de flores lilas. Una iguana baja por una cuerda y regala su silueta a la tierra, y las manitos son rayos de sol. Panes recién horneados crecen en la caja de la cocina.
Al Nono le cae una nota tibia cuando nos cuenta sobre la muñeca de madera vestida de kimono. Hace una pausa. Se sonríe. Fotos de otoño, abrazos estampados, y le piden otro bis. Lo repiten tantas veces, que nadie quiere irse a dormir. No sin que la muñeca de kimono les cuente la misma historia, una y otra vez.






Semillas de infancia

A mis "afectuosos" del Taller